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16 de enero de 2008

LOS LIMONES DE MONTALE

Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto

Baudelaire


¡La historia se repite! – pensó Junio al fin depuesto, hilando de nuevo la hoguera de la mansa madrugada. ¿Por qué no conseguiré liberar mi fantasía rutinaria de desnudos tú y yo? El estúpido recuerdo de un campo verde ubicado en la infancia bastaba antes para inducirme al sueño. Pero ya no. Mi perplejidad no alcanza otro horizonte en esta cámara salvo aquella visión: la de los limones en su solaridad del mediodía. Unos limones… ¿qué sentido pueden detentar en mi inconsciente? ¿Bodegones de deseo literario? A primera vista, ni siquiera los consideré especialmente bellos. Pensé que era un juego trivial. Yo los observaba desde mi oficina, crecer, desnudos aguardando la escasa lluvia, sedientos, vibrando, fluorescestes. Pensé que era una visión trivial. Un juego contemplativo que apaciguaba el tedio de comer solo. Yo no soy poeta – se dijo Junio – yo no soy poeta alguno para restar la noche entera ante el vanidoso holograma de unos limones, exhausto ante su cerrada inmanencia, pues era ya la quinta noche consecutiva que aquellos limones desmantelaban como un dividido sol vengativo la penumbra de su cuarto y su mente impidiéndole dormir.

1 Comment:

Anónimo said...

Ácidas las 5 noches de Junio.
Aquí no hay limones, pero sí el deseo de tu desnudez. Solía dormirme con un sueño de futuro. Yo tampoco soy poeta, ni amaso amaneceres,pero cuan ácida esta noche ¡¡, y aquí, no hay limones.

Pablo.