::::::::en construcción...



6 de enero de 2008

APOLOGÍA DE LAS FORMAS IRREGULARES


El constructor se niega a poner en la casa
una ventana en forma de trapecio,
nacida de las ondas, del tejado en un ángulo,
lo mismo que una venus transparente y abstracta.
Él pretende acotar catorce nubes,
someter las estrellas a cuadrado.
Quiere lo regular, lo previsible.
Yo discuto con él. Súbitamente
mi corazón redacta una apología de las formas irregulares.
Pero no la pronuncio.
No le recuerdo aquel dodecaedro
salvaje que nos mira cada vez
que nos enamoramos. Ni le digo que estoy
leyendo aquel cuaderno que Nijinski
llenó en 1929
con sus últimas notas antes de la locura.
Ni siquiera lo cito. ¿Qué autoridad podría
tener Nijinski sobre un constructor?
Nijinski dice: mi mujer no entiende
mi belleza,
porque no tengo rasgos regulares.
Los rasgos regulares no son propios de Dios.
Yo amo todas las formas y toda la belleza.
Ante un constructor
no cito estos hermosos argumentos
en favor de las formas
irregulares. Guardo
su rara congruencia
para los que comprenden un poema. Tampoco
pierdo el tiempo diciéndole
que mi corazón es irregular.

Juan Antonio González Iglesias


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