::::::::en construcción...



6 de diciembre de 2008

Petrarca, fuck





Dull sublunary lovers' love
John Donne






Junio Orestes se ha levantado. al caminar lentamente hacia el baño se ha dado cuenta de que su paso lento sostiene un ritmo pasivo y confuso que no le gusta. mientras mea, le recuerda, y repica en sus oídos un zumbido lejano de angustia. Junio Orestes mira desde la ventana del baño: la ciudad, como un cambalache de dudas y miserias y engaños dulces, dulces como la leche que Junio Orestes bebía de mano de su abuela a los diez años, lejos, lejos de esta ciudad, en un lugar más frío y rencoroso. entonces le punza, arropado en la memoria, la complejidad de la distancia y el tiempo, porque piensa en el tiempo, y en su cuerpo, desnudo e indómito, como otro lugar al que resistirse. Junio Orestes va hacia la cocina. se prepara unas tostadas y un zumo. los fogones están sucios, la grasa es espesa. mastica las tostadas con lentitud, siempre pensativo. sabe contar con los dedos de su mano las veces que ha bebido de un cuerpo turbio, porque la debilidad de Junio Orestes es simple, y se imbrica en la causalidad de su propia degradación moral: no comprende a los hombres. se dirige hacia el salón, casi desnudo, y se detiene ante el amplio ventanal que da a la ronda: ahí están, como bestias que buscan su refugio o huyen de él. junio orestes baja la persiana. hay todavía demasiada luz. la mañana ciega. se sienta y enciende el televisor mientras se pregunta por qué aquel escenario, aquel dormitorio, aquel silencio, la ortopedia de aquellos labios como un cansancio: algo a desechar, basura sentimental. ¿qué fui a buscar, en aquel espacio cerrado? ¿buscaba acaso alimentar mi soledad? ¿mi usura de cuerpo? entonces Junio Orestes intuye que las bocas hambrientas de vacío como la suya difícilmente se dan por saciadas, y se siente defraudado y solo, mientras poco a poco se va adormeciendo como si su cuerpo quisiera protegerle de tanta desolación.
al despertar, Junio Orestes ha pensado en Marcel, en aquel tiempo de infancia. pero no me interesan las usuras de la imagen - se dice - de la imagen del recuerdo o del amor, ni tampoco la construcción del deseo, el centro que el deseo personifica en lo amado, las pasiones de laboratorio que contaminan ciertas películas, series de TV y canciones como un nuevo evangelio del amor más grande que la vida. no me interesa el deseo. ya no -se ha repetido varias veces para sí: ya no me interesa el deseo.
después respira, goza del silencio un momento, tras lo que vuelve su mirada hacia la biblioteca del salón. se levanta. es como un perro, quiere morder la palabra. tras Borges y Carducci: Cernuda, La Realidad y El Deseo, aquel primer libro, aquel primer ultraje de la realidad aprendida en los libros, aquel primer descanso de la rabia del propio cuerpo en la palabra, en la carne lubricada de símbolos y penetrada por aquella imaginería pesada de la melancolía por la belleza que se desvanece. pero aquel libro guarda para Junio Orestes mucho más que un rumor advenedizo de adolescencia, mucho más que una serpiente enroscada en su corazón: fue aquella intuición maldita de otredad, de partición, de ruptura, de escisión frente al mundo y las cosas.
Junio Orestes ríe. lee algunos poemas del libro donde habite el olvido. se recuerda. recuerda la ficción de Junio Orestes que fue. recuerda que fue y que la propia dinamita de la palabra no puede hacer estallar ahora la piedra tan dura que se interpone entre Junio Orestes y Junio Orestes. pero la otredad no se apacigua ni desaparece, porque Junio guarda la conciencia de que la vida no existe sino en la colisión infinita y multideterminada de las partes, demasiado volátiles para la aprehensión, condenadas a evitarse y a colisionar otra vez: como daño, como apego, como simple oposición sin la tiranía del sentido. Junio Orestes se considera débil porque no entiende a los hombres. pero todo va a quedar atrás - piensa - todo va a quedar atrás: el pálido amor lunar de los amantes. el aburrido amor. el amor que se piensa antes de acontecer porque así lo heredamos y se tuerce y se retoma deformado como un cuerpo-muñón, flotando muerto e ingrávido en formol. amor más poderoso que la muerte, dijo Quevedo. puto Quevedo, piensa junio. amor que un alma en dos cuerpos guarece, dijo Petrarca. muerte a Petrarca, piensa junio. ya no creo en los mitos de profundidad - se dice. ya sólo quiero derramarme como un vino que violento devora la superficie: ya sólo adoro tu belleza, cuerpo, la clase y la medida de tu piel, y que el corazón se detenga.







Pero ¿no basta que seas la más sutil apariencia,
Alegrando al corazón que huye de la verdad?
¿Qué más da tontería en ti o qué más da indiferencia?
Te saludo adorno o máscara. Sólo adoro tu belleza.
Baudelaire





La Bolsa neoyorquina terminaba así una jornada muy volátil. Los inversores escucharon con atención al secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, quien poco antes de concluir la jornada bursátil manifestó que los mercados en la nación norteamericana y en otros países continúan bajo una "gran presión", a causa de la falta de confianza en las instituciones financieras.



El País 9-10-08





más amantes pálidos bajo la luna: The Killing Moon, Echo & The Bunnymen








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